De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud, el 19% de los cánceres detectados son atribuibles al ambiente que nos rodea.
Se han clasificado 107 sustancias como carcinógenas para el ser humano. La lista abarca todas las formas de amianto, varios productos hallados en el medio ambiente como el benceno, el arsénico en el agua, el cadmio, el óxido de etileno, el benzo[a]pireno y la sílice, radiaciones ionizantes como las emitidas por el radón, las radiaciones ultravioleta, incluidas las cabinas de bronceado, los procesos de producción de aluminio y carbón, las fundiciones de hierro y acero, y la industria de fabricación de caucho.
La mayor parte de los riesgos de exposición del cáncer profesional son prevenibles.
Existen diversos factores que aumentan la probabilidad de tener una enfermedad: la contaminación del aire (interior y/o exterior), las radiaciones ultravioleta y el radón.
Cuando hablamos de ambiente, debemos tener en cuenta tanto el ambiente externo como el interno de los edificios. Sin entrar en detalles de explicación del Síndrome del “edificio enfermo”, podemos decir que la exposición al radón en interiores causó entre el 3% y el 14% de todos los cánceres de pulmón en 2004, lo que hace de ese factor la segunda causa más importante de cáncer de pulmón en muchos países.
La OMS recomienda evitar y reducir la exposición a factores de riesgo (como el consumo de tabaco, las dietas malsanas, el uso nocivo del alcohol, el sedentarismo, la exposición excesiva a la luz solar, los agentes transmisibles y las exposiciones ocupacionales).
Las emisiones a la atmósfera de industrias contaminantes, es otra de las cuestiones que debe ser investigada y evaluada de acuerdo a los más exigentes estándares.
Todos los países deben formular planes eficaces de prevención adaptados a su realidad, evaluar la magnitud del problema y concebir medidas preventivas.